Mónica García Rayo, subdirectora del Infantil de Ayalde, ofrece unos consejos para inculcar a nuestros hijos esta conducta tan importante para la salud, ya que ayuda a recuperar la energía, así como a restaurar y rejuvenecer el cerebro y los sistemas de órganos para que funcionen correctamente.
El hábito es una forma de conducta adquirida por la repetición constante de un comportamiento. Un proceso que también se da en el sueño y que, sobre todo en este caso, es fundamental para la salud: ayuda a recuperar la energía, así como a restaurar y rejuvenecer el cerebro y los sistemas de órganos para que funcionen correctamente.
Al margen de unas patologías, el sueño es educable, es un hábito que, como tal, se aprende y, en primer lugar, desde el propio ejemplo de los padres, quienes deben impartirlo con seguridad. Sin embargo, existen algunas pequeñas señales que pueden indicarnos que algo no está funcionando correctamente:
1. Dedicar mucho tiempo y esfuerzo todos los días intentando que se quede dormido.
2. Se despierta y os despierta muchas veces durante la noche.
3. La falta de sueño repercute en su conducta y ánimo
4. Los padres ya no saben lo que es dormir bien.
En estos casos, podría deberse a un hábito mal adquirido o algún trastorno del sueño común de la infancia: los miedos, las pesadillas y los terrores nocturnos.
Cabe mencionar la importancia de que los padres cuiden el sueño de sus hijos como un hábito desde los primeros meses de vida. De hecho, los expertos alertan que los preescolares, de 3 a 6 años, deben dormir una media de entre 10 y 12 horas; los escolares, de 6 a 12 años, 10 horas; los adolescentes, 9; y los adultos, 8. Por eso, desde el Infantil de Ayalde, os damos una sugerencias que os pueden ayudar a que vuestros hijos adquieran este hábito:
1. Un horario fijo y crear una rutina, como el "ritual de sueño", que se convierta en una costumbre familiar.
2. Indicar al niño con señales que comienza la rutina: poner la bañera, preparar el pijama, etc.
3. Reducir la intensidad de su actividad según se acerque la hora de ir a la cama para evitar excitarle.
4. Hacer un juego relajante o cosquillas si vemos que está nervioso.
5. El ritual debe proporcionar una sensación de seguridad cálida y de un final de día agradable.
6. Evitar televisión, juegos de máquinas o tablets, que alteran y excitan en los momentos previos.
7. Establecer un momento de intimidad para que tenga ganas de que llegue.
8. No ceder si solo contamos un cuento y pide más.
9. Recordarle que le queremos, desearle que duerma bien y decirle que mañana habrás más.
Si todo lo propuesto no resulta, habrá que consultar con un especialista, como el pediatra. Aunque la mayoría de los casos son comportamientos equivocados. En definitiva, el éxito está en repetir la rutina correcta, no dejando que el niño imponga su voluntad.