Educar es primordialmente una obligación de los padres y profesores. Nuestra meta como colegio ha de ser alta y no podemos dejar de lado los avances neurológicos y pedagógicos que han significado un singular avance en la última década.
El reconocido neurólogo español, el Dr. Francisco Kovak, afirma en su libro “Aprendiendo a ser padres” que todos nacemos con una inteligencia potencial que nos otorga nuestro cerebro de homo sapiens; la posibilidad de hacer efectiva esa inteligencia dependerá básicamente de la estimulación del entorno (familia, colegio y sociedad) y de las oportunidades que facilite el ambiente.
El cerebro crece con el uso, lo que no utilizamos lo perdemos. El cerebro madura con la estimulación, no por el paso del tiempo. Las funciones cerebrales no se adquieren por un programa preestablecido, dependen de la cantidad y la calidad de los estímulos que reciba y el más importante, sin duda, es el afecto.
¿Qué es la estimulación temprana?
La estimulación temprana es un método pedagógico basado en teorías científicas y en estudios neurológicos. Su razón de ser es que ciertos estímulos oportunos en el tiempo, favorecen el aprendizaje y el desarrollo de las capacidades del niño, que le servirán de plataforma y base para todos sus aprendizajes posteriores.
La neurociencia ha demostrado que en los primeros años el cerebro ha madurado y desarrollado un 50% de su capacidad. De ahí la importancia de estos primeros años en los que el niño se tiene que mover en un ambiente rico en estímulos sensoriales, visuales y táctiles. De no producirse nuevas conexiones ante los diferentes estímulos, no se llegarán a producir jamás.
Los estímulos los puede recibir durante toda su vida, pero el niño, cuenta con unos periodos sensitivos, en los que está sorprendentemente predispuesto a aprender, recibiendo una serie de estímulos. Padres y educadores deberían conocer esos periodos sensitivos para planificar los aprendizajes y trabajar los hábitos en esas edades.
Padres y educadores deben convencerse de las posibilidades con las que nacen los niños y de la importancia que tiene la formación en este ámbito.
En nuestro colegio la Estimulación Temprana ha sido una fuerza tracción que unida a otros proyectos innovadores (TBL, la enseñanza de idiomas, Hábitos Mentales) ha mejorado el aprendizaje de nuestros alumnos. Desde el marco de la neuro-educación, apostamos por la idea de que aprendemos con todo el cerebro y necesitamos de un buen desarrollo neuro-sensorio-motor y emocional para desarrollar todas las capacidades que les humanicen.
Los programas de estimulación temprana del colegio atienden no sólo los aspectos cognitivos de la inteligencia, proponen un desarrollo integral del niño que abarca su realidad intelectual, formativa, emocional, social y personal.
La estimulación va mucho más allá de unos bits o cartulinas con información; la estimulación supone ofrecerle al niño todas las oportunidades que su desarrollo integral requiere: el suelo y la movilidad serán fundamentales para su desarrollo físico, el movimiento controlado de manos y brazos para su motricidad fina, los hábitos mentales para fomentar el pensamiento, el cariño y la atención personal para su desarrollo afectivo y emocional, la lecto-escritura para el estímulo del lenguaje en varias lenguas, la incorporación de normas, límites y valores para su desarrollo psicosocial. Todas tan fundamentales como el desarrollo cognitivo-intelectual que también proponemos.
A través de estas metodologías buscamos trazar una nueva mirada hacia el niño y sus posibilidades educativas.
¿Cómo realizar la estimulación temprana en casa?
Sin duda estimulamos a nuestros hijos de una forma natural: queriéndolos mucho, hablándoles, cantándoles y abrazándolos, explicándole cuentos e historias, compartiendo experiencia y aficiones… y todo eso es imprescindible y maravilloso; pero si queremos aportar algo más que el sentido común y el amor que sentimos, podemos trabajar con programas que han sido diseñados para optimizar el desarrollo neurológico del bebé en el momento de mayor plasticidad de su cerebro
Un buen programa de estimulación temprana no puede ser arbitrario, al contrario ha de incidir en una serie de campos de desarrollo. Estos campos son:
1) Desarrollo sensorial: estimulación de los sentidos externos. Tu hijo aprenderá por los sentidos que sirven como canal o vías de entrada como son la vista, oído, tacto, gusto y olfato. Deberemos presentarle y enseñarle diferentes materias y materiales.
2) Desarrollo motriz: estimulación de la capacidad de movimiento, coordinación y habilidad manual. En casa podemos hacer una serie de ejercidos como el volteo, los movimientos branquiales, el gateo…que ayudan a desarrollar la capacidad motora. Del mismo modo, también podemos enseñarle ejercicios de motricidad fina como la pinza o la plastilina.
3) Desarrollo cognitivo: estimulación de las capacidades directamente relacionadas con la inteligencia (observación, sociabilidad, creatividad…)
4) Desarrollo de los hábitos de conducta: la estimulación de los hábitos de conducta tienen que ir en armonía con la estimulación de la inteligencia (orden, laboriosidad, responsabilidad, respeto, generosidad, normas de convivencia y sentido transcendente).
5) Desarrollo emocional: enseñándole a diferenciar entre las emociones (CASA) que son las que propician el aprendizaje: curiosidad, alegría, seguridad o admiración.
Reglas de Oro para una buena Estimulación Temprana
1) Lo importante no es la cantidad de tiempo que dedicáis a vuestros hijos sino la calidad y el cariño que vais a poner para su estimulación.
2) Compartir la alegría, el éxito y confiar de que los padres son la mejor referencia para sus hijos.
3) Participar de una forma activa en el aprendizaje de tus hijos para así experimentar que mejoran los resultados en habilidad, calidad de trabajo y buena autoestima.
4) Sabemos que la edad de oro en la educación es de 0-8 años y dentro de este periodo los tres primeros años son los más importantes.
Trabajar este programa por parte de los padres es en palabras del Dr. Francisco Manuel Kovacs, “estimular, ayudar a crecer; dar un buen modelo y ser fuente de afecto” en una tarea en la que los primeros y principales educadores son los padres.